Mantener un ambiente colaborativo en los proyectos comunitarios es importante desde el inicio. Típicamente, en este tipo de proyectos se pueden encontrar trabajando conjuntanmente profesionales de diversas áreas. También se pueden encontrar entidades que trabajan temáticas similares y personas de la propia comunidad. Esto incluye la integración de diversos sectores como gobierno, empresa privada y sin fines de lucro así como otros stakeholders.
Es por esto que conocer acerca de la colaboración y el trabajo en equipo cuando se inicia un proyecto comunitario es requerido. Es clave que todos los integrantes del proyecto tengan una base y definición común de estos concepto. Así se evita tener falsas expectativas, contratiempos innecesarios y malos entendidos.
Importancia del ambiente colaborativo
Ya sabemos que quiénes deben ser los principales actores para llevar a cabo las iniciativas y sobrepasar las problemáticas que aquejan la comunidad son las personas que viven en ella. Ellas son son las principales personas afectadas. Por eso, desde el punto de vista de la sustentabilidad, es deseable que las personas de la comunidad fortalezcan el sentido de pertenencia. Idealmente, desde que inicia hasta que culmina el proyecto.
Otros participantes o actores pueden realizar diversas funciones. Por ejemplo, facilitar procesos y recursos, financiar proyectos o mediar conflictos con el fin de que la iniciativa alcance su máximo potencial. Es por esto que se hace necesario hallar la manera de cómo establecer un ambiente colaborativo. Y este ambiente puede ser entre personas de la comunidad con los otros actores para evitar duplicidad de esfuerzo y de servicios. De esta manera, se pueden traer a la mesa los stakeholders que realmente necesitamos.
Significado de colaboración en un proyecto social
La palabra colaboración se puede definir como labor (trabajo) – cooperación (juntos). Si lo traducimos a un proyecto social podríamos decir que es la colaboración entre las personas que pertenecen/viven en la comunidad y actores sociales externos.
En el caso de la Psicología Social Comunitaria, podría decirse que el rol de estos profesionales es facilitar los procesos incluyendo construir un ambiente de colaboración entre los diversos sectores. La multisectorialidad en los procesos comunitarios es vital. Es lo que permite que una misma problemática pueda verse desde diversos puntos de vista y perspectivas. Asimismo, permite que se puedan unir recursos físicos, sociales y económicos de diferentes fuentes y se maximice el alcance. Cabe señalar que esto implica construir excelentes relaciones de colaboración y poner a la comunidad en el centro.
Tampoco debe perderse de vista que todos los actores envueltos en un proyecto comunitario pueden tener sus propios intereses, valores, objetivos o misión. Y que pueden diferir una de la otra en cualquier acción colaborativa. Por ejemplo, el interés de las entidades gubernamentales puede diferir al de las personas de la comunidad. Tomemos el caso de un bosque: el gobierno quiere cortar los árboles para construir un parque para niños y la comunidad quiere que se preserve la biodiversidad y sea una zona protegida. Ambos quieren impulsar un plan con el bosque, pero los objetivos que desean alcanzar son distintos.
Entonces,
El gobierno no estaría considerando las opiniones, intereses o perspectivas de las personas de la comunidad. Inclusive, cuando el objetivo final es proveer un espacio para que los niños puedan jugar y disfrutar. A su vez, las personas de la comunidad podrían no entender por qué el gobierno no les consulta. O por qué no se promueve un ambiente de colaboración que pudiera resultar en conservar el bosque a la vez que se buscan espacios alternativos para el disfrute de la niñez y juventud dentro de la misma comunidad. De hecho, la comunidad pudiera hacerse cargo de la protección del bosque. Y también podría llevar a cabo actividades que no lo dañen o perjudiquen su fauna y flora.
Aquí lo importante es que, aunque los puntos de vista puedan ser diferentes, no sean irreconciliables. La controversia puede ser bienvenida en un ambiente de colaboración. Lo importante es que las partes se escuchen con respeto y tengan apertura. No se trata de que todos piensen de la misma manera todo el tiempo. Se trata de sentarse a la mesa y traer su conocimiento, experiencia, creatividad y lecciones aprendidas para ponerlas al servicio de la comunidad. No es para impulsar agendas personas o individuales. Y esto tiene que estar claro desde el inicio.
¿Cómo mantener un ambiente colaborativo entre los diferentes actores sociales?
Nuevamente, es importante que la comunidad pueda tomar la iniciativa. Igualmente, que pueda determinar las estrategias del proyecto y los objetivos. Incluso y, más importante, que participe activamente en la consecución del plan de trabajo. De otra manera, no puede afirmarse que se trata de una colaboración real. Esto es muy similar a cuando decimos que integramos la participación juvenil cuando en realidad los jóvenes tienen voz, pero no tienen voto. La escalera de Hart provee excelentes ejemplos de cuando estamos promoviendo o no la participación verdadera.
En muchas ocasiones, quienes toman la responsabilidad son las instituciones ajenas a la comunidad. Estas entidades llegan con un proyecto elaborado, esquematizado y sin contar con las sugerencias y opiniones de la comunidad. Esto es totalmente equivocado y es una práctica que puede llevar al proyecto a un total y rotundo fracaso. ¿Por qué? Precisamente, por que la entidad llega con una agenda predeterminada sin contar con el aval de la comunidad.
Para evitar esto, hay que asegurar procesos que hagan mucho más efectiva la implicación de la comunidad y las entidades colaboradoras. Igualmente, la experiencia de profesionales de diversas disciplinas es un plus. Estos profesionales pueden contribuir con su caja de herramientas, siempre y cuando, la sabiduría comunitaria sea el centro y el punto de partida. Además, el proyecto puede seguir nutriéndose de diversos recursos. De hecho, la inclusión de algunas variables en la práctica del trabajo comunitario ha promovido el desarrollo en la comunidad. También ha dado cabida a diversas herramientas de transformación social.
Para concluir,
Un ambiente colaborativo debe estar presente en todas las fases del proyecto comunitario. Por ejemplo, un ambiente colaborativo da pie a la vinculación con otros proyectos de base social. Por ende, se privilegia el diálogo, el dinamismo y la transformación. Además, se posibilita el canalizar iniciativas que impliquen debatir y cambiar supuestos sociales. En definitiva, hacer sentir la voz comunitaria con su propio lenguaje. Y todo esto siempre con el fin de fomentar cambios positivos y brindando un papel decisivo y activo a las personas en los asuntos que conciernen a la propia comunidad.