La educación es poderosa. Si tienes el privilegio de utilizar la educación como una herramienta para potenciar el liderazgo transformacional en los estudiantes, aprovéchalo al máximo. Como profesor hay que buscar que los estudiantes aprendan a cuestionar y a pensar críticamente. Si eres profesor, seas del ámbito que sea, déjame decirte que tienes una gran responsabilidad.
Recuerdo la primera vez que di clase en la universidad. Para comenzar, te cuento que no me llamaba mucho la atención, solía pensar que la Psicología Social-Comunitaria era una disciplina que iba más allá de la academia. Consideraba que tenía que dirigirse más a la acción y menos a lo teórico. Para mi Psicología Social-Comunitaria era sinónimo de acción, resultado, cambio social, romper esquemas sociales.
Y, por el camino, también me di cuenta de que tenía miedo a la responsabilidad que implica dar clases. No quería que los estudiantes dogmatizaran mis palabras y las asumieran como posturas para relacionarse con el mundo. Tenía miedo a ser modelo del liderazgo transformacional en educación. Me daba miedo que sólo repitieran lo que yo enseñara y lo tomaran como verdad absoluta sin que mediaran razonamientos, cuestionamientos ni pensamientos críticos.
Mi primer curso
Me aseguré que los estudiantes contaran con bibliografías actualizadas y las mejores experiencias “de campo” (como le llamo a las acciones que llevamos a cabo fuera del salón de clases). También tenía el prontuario al pie de la letra con los temas que se suponía se iban a trabajar a lo largo del semestre. De más está decirte que, la presión que me autoimponía, no solo por cumplir el prontuario sino por superar mis propias expectativas, era demasiada.
Ahora que miro hacia atrás me doy cuenta de que mucho ha llovido desde aquel curso, y que gracias a ese miedo inicial he buscado y creado nuevas maneras de poner la acción en los salones de clase, invitando a los estudiantes a ser líderes transformacionales.
Esto no lo he hecho desde la perfección, ni mucho menos, y ni por ceñirme a un prontuario. Lo he hecho desde la perspectiva de la aportación, de la mente de una aprendiz y de integrar al estudiante activamente en la manera en que se trabajan los temas.
¿Cómo apliqué el liderazgo transformacional en la educación?
En este artículo te comparto las 3 técnicas de liderazgo transformacional que he aplicado para hacer las clases más dinámicas a nivel universitario, que me han funcionado muy bien.
Tres técnicas
1. Educar es un proceso que se da de ambas partes
Tanto el profesor aprende del estudiante como el estudiante aprende del profesor. Pretender llegar al salón de clases, dar material para que los estudiantes se memoricen y no cuestionen, desde mi punto de vista, pasó a la historia.
Aprendí esta lección cuando me interesé en lo que los estudiantes tenían que decir sobre los temas de actualidad, cuando llegábamos al salón de clases a integrar acontecimientos noticiosos a los temas que se iban a discutir, cuando aprendí el valor de la aplicación y lo que realmente los estudiantes querían aprender. Es decir, buscaba que lo que se estudiara en el salón fuera algo que les sirviera más allá del propósito de la clase y de obtener una nota. Así, ellos podían sacarle partido a lo aprendido en su cotidianeidad. Así iba fomentando el liderazgo transformacional en la educación.
Por ejemplo, recuerdo que en una de las clases hablamos sobre los medios de comunicación y la forma en cómo crean necesidades en el consumidor. Una de las estudiantes me comentaba cómo esa información la había hecho reflexionar y que, ahora, cada vez que veía un anuncio o iba a comprar algo cuestionaba lo que le estaban vendiendo y si realmente tenía la necesidad o no de adquirirlo.
2. Se aprende haciendo, es decir, poniendo la acción en la palabra
Como fiel creyente de los procesos vivenciales, entiendo que si queremos que alguien aprenda no hay mejor manera que exponerlo a que practique la teoría. El salón de clases no es la excepción.
La educación es una gran responsabilidad y llevar a la acción en el salón de clases, puede ser un reto intimidante. Sin embargo, podemos utilizar muchas estrategias, entre ellas, el juego para motivar la creatividad, la participación y, sobre todo, el interés del estudiante. Todo esto es parte del liderazgo transformacional en la educación.
3. Fomentar experiencias que confirmen que los estudiantes están dónde deben estar
Esto se traduce a que estén estudiando realmente lo que les gusta. Por ejemplo, en una ocasión tuvimos la oportunidad de visitar una comunidad para hacer un estudio de necesidades y recursos. Esta experiencia sirvió para que algunos estudiantes me dijeran que lo de ellos no era ir “casa por casa” haciendo encuestas o entrevistas; que preferían evaluar los datos.
Este tipo de experiencias permiten a los estudiantes experimentar los escenarios a los que estarían expuestos una vez graduados. Pudiendo confirmar o rechazar los escenarios que les gusta, antes de que se gradúen. Una vez más, se promentaban cualidades que tenían que ver con el liderazgo transformacional en educación.
De mi primer curso hasta hoy día he tenido muchos aprendizajes. Pero el más importante ha sido creer en el potencial de los estudiantes, en su creatividad, en su autoliderazgo, en sus ganas de aprender y de aportar.
Además, he tenido la oportunidad de “despertar la conciencia” (como dice un buen amigo), de volver a tener mente de estudiante y explorar otras maneras de ver las cosas, de analizarlas, de entenderlas. Ésa creo que fue mi semilla durante todo el tiempo que ofrecí cursos universitarios: poner en práctica los conceptos del liderazgo transformacional en la educación.
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