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Foto del escritorYesenia Delgado-Castillo

Otra mirada al trabajar con comunidades

Actualizado: 5 oct

Artículo publicado en el Boletín de la Asociación de Psicología de Puerto Rico


Como psicóloga social comunitaria cuestiono las normas y sistemas sociales. Busco originar cambios. Es decir, desnaturalizar y problematizar lo que muchas veces aceptamos y damos por sentado porque “siempre ha sido así”.   Trabajar con la comunidad, en el sentido amplio, es una de las instancias que me permite hacerlo. En mis más de 20 años llevando a cabo intervenciones comunitarias e implementando diversidad de propuestas he confirmado que nuestro impacto se magnifica cuando somos capaces de reconocer que las situaciones o problemáticas no se dan en un vacío y que el contexto tiene una especial relevancia no solo a nivel social, sino también histórico, político, cultural y económico.  Eso, sin dejar de lado el estatus colonial que, en nuestro caso, tiene repercusiones. 


De la misma manera, he constatado la importancia de reconocer el acercamiento, la visión de mundo y las ideologías que subyacen cuando trabajamos con comunidades y que están atadas, en alguna medida, al tipo de cambio que se quiere impulsar o provocar. Esto incluye reconocer y asumir posturas ante las condiciones socio-estructurales que fomentan, promueven y perpetúan la inequidad, exclusión y opresión en muchas comunidades. Cabe resaltar que “comunidad” es un concepto vivo, que va más allá del espacio geográfico al que, habitualmente, hacemos referencia cuando utilizamos el término.


Ahora bien, cuando trabajamos con la comunidad desde otra mirada, es decir, con una visión transformadora es clave reconocer su papel protagónico tanto en la participación como en la toma de decisiones. Esto, sin duda alguna, puede ser un proceso complejo y complicado por diversas razones. En primer lugar, porque no es lo que usualmente se promueve a nivel social. Y, en segundo lugar, porque se tiende a implementar proyectos e iniciativas donde la integra a la comunidad, pero ésta no las inicia. Entonces, sea cual sea nuestro rol, es importante tener presente que hay iniciativas que surgen de forma orgánica por algún interés o inquietud de la comunidad y otros casos en los que se pretende que esta sea parte de un proceso que un tercer ente quiere iniciar o impulsar. Esto pasa mucho cuando organizaciones externas a la comunidad someten propuestas para la obtención de fondos. Algo similar sucede cuando nos apropiamos de los datos comunitarios que recopilamos en los proyectos.



comunidad


Reconocer los saberes locales es esencial. Mi punto de partida es el conocimiento que ya tiene la comunidad y reconozco que nadie mejor que ella conoce lo que quiere y lo que necesita. Esta relación horizontal no necesariamente es la norma. Por lo general, vemos acercamientos en los que los profesionales nos vestimos de expertos y, de antemano, tenemos una “idea” de lo que necesita la comunidad o de lo que hay que hacer.  De hecho, desde mi rol como profesora universitaria también he validado que esta es la visión prevalente. Así que aprovecho la oportunidad que me dan las prácticas que se llevan a cabo como parte del curso para que el estudiantado experimente otras maneras de relacionarse con las comunidades con las que entramos en contacto. El aprendizaje conlleva facilitar el que  las comunidades identifiquen sus necesidades y recursos e implementar actividades de forma sensible, reconociendo la diversidad de factores que intervienen cuando se tiene un enfoque que va más allá de lo individual. Por eso, se discuten temas relacionados al estigma y al lenguaje estigmatizante, al discrimen, al racismo, las repercusiones de la falta de recursos y oportunidades o su distribución desigual, las diversas crisis que atraviesa el país, entre otros. En relación con esto último, se problematiza y se examina detenidamente el concepto salud mental y la prioridad, visibilidad, importancia y atención que se le da en comparación con la salud física. Es realmente revelador cuando el estudiantado pasa de discutir teorías y conceptos en el salón de clases a aplicarlos en los diversos escenarios. Esto les permite experimentar de primera mano esa otra mirada, esa diversidad de situaciones a la vez que fortalecen su pensamiento crítico y se hacen más conscientes de las semillas de cambio que pueden aportar desde la prevención y con impacto a largo plazo.


Trabajar con la comunidad también implica un cambio de “chip” y pasar del trabajo en parcelas aisladas o “silos” a la acción colectiva. Cuando trabajamos colectivamente se trae a la mesa una diversidad de experiencias y conocimientos incalculables. Además, es una oportunidad para descentralizar el poder y conectar con personas y organizaciones.  Se cambia el enfoque tradicional y se emprenden acciones de “abajo hacia arriba”. Esto rompe esquemas porque se apuesta a otra manera de relacionarse. Asimismo, trabajar de manera colectiva facilita conocer las brechas en los servicios existentes y actuar para abordarlas efectivamente. Si algo he aprendido de la acción colectiva es que, si bien sirve para propiciar conversaciones y acciones sobre los síntomas “visibles”, es decir, la punta del iceberg también ayuda a identificar aquello que no se ve a simple vista. De hecho, si profundizamos lo suficiente tendremos la posibilidad de encontrar y entender las raíces e interseccionalidades para accionar de forma contundente en vez de solo colocar “curitas” o “parchos”.  


Otro aspecto para considerar tiene que ver con los cambios en los sistemas. Estos pueden darse a nivel de mentalidad, de relaciones y de estructura, y todos están interrelacionados. . Entender esto  es crucial porque, como mencioné anteriormente, hay que mirar “con otros lentes” los fenómenos sociales, integrar a los actores sociales que pueden intervenir para promover cambios e implementar alternativas a largo plazo para transformar las realidades que vivimos.


Finalmente, no existe una receta única para trabajar con la comunidad. No obstante, te invito a que cada intervención o acompañamiento que lleves a cabo sea hecha desde una visión transformadora para no ser “ave de paso” ni promover prácticas que, lejos de reducir, sigan reproduciendo condiciones nefastas para ciertos grupos y comunidades


Y tú, ¿Cuál mirada implementas en tu trabajo comunitario? Cuéntame :)

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