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Foto del escritorYesenia Delgado-Castillo

Retos y oportunidades en lo comunitario

El trabajo comunitario es, sin lugar a dudas, una de las formas más efectivas para promover relaciones duraderas, sustentables y colectivas. Cada vez que una comunidad trabaja motivada en la búsqueda de beneficios compartidos y soluciones colectivas avanzamos hacia una sociedad más justa y equitativa. El trabajo en comunidad es multiplicador y cada experiencia positiva sirve de catalizador para seguir explorando otras formas de “hacer” y “ser”. Sin embargo, tiene sus retos.


La teoría y la práctica

A mi modo de verlo, la práctica no siempre es como la teoría. Puede decirse que es mucha más compleja por las interacciones sociales y por las intersecciones entre diversos escenarios. La teoría prevalece en los libros y, lamentablemente, no todo lo que puede suceder cuando hacemos trabajo comunitario o intervenciones comunitarias está escrito. Y eso es un reto por que muchas veces no hay otro remedio que intentar “hacer algo” con responsabilidad y utilizando nuestro mejor juicio y criterio. Es más, hay veces que hasta tenemos que improvisar y esperar que ocurra lo “mejor”. Y es hay que aceptar, de vez en cuando, que “no nos las sabemos todas” y que no todo está dicho en los libros.


Cuando hablamos de retos en el trabajo comunitario, se pueden pensar en muchas situaciones y desafíos. En este artículo resalto dos que para mí son piedra angular. Uno tiene que ver con la comunidad y el otro tiene que ver contigo. Y si no establecemos estrategias adecuadas y efectivas para superarlos pueden ser fuente de muchos dolores de cabeza.


Retos en el trabajo comunitario

La poca participación

El trabajo comunitario debe verse como un proceso de transformación desde la propia comunidad. Y aunque es cierto que muchas veces todo comienza con la intervención de un agente externo hay que asegurar la manera de que la comunidad se apropie del proceso. Esto supone que los miembros participen activamente y que, inclusive, se pongan el sombrero de investigación de vez en cuando y se comprometan con el cambio.

La participación es un concepto objeto de estudio en las transformaciones sociales. De hecho, mucho se ha debatido sobre ella y las conclusiones más comunes giran en torno a dos formas de incentivarla:

  1. En primer lugar, la participación es más amplia cuando se combinan las motivaciones personales con las colectivas. Así que es necesario conocer a las personas, su cultura, sus necesidades y lo que quieren.

  2. Y, en segundo lugar, hay que ganarse la confianza de las personas. La transparencia es vital para el aumento en la participación. Igualmente, una excelente comunicación con el liderazgo comunitario y la comunidad en general.

Los enfoques limitantes

Éste es un reto que tiene varias ramificaciones y que tiene que ver con tu manera de relacionarte con la comunidad. Muchas veces pasa que la distancia (y no me refiero a la física) entre nosotros y la comunidad es tal que, en vez, de acortarla la seguimos ampliando. De hecho, Pallí (2003), identificó tres enfoques limitantes que han influido en el quehacer comunitario:

  1. Contaminante: en este enfoque los agentes externos mantienen un discurso que habla de igualdad, pero toman medidas que mantienen la separación entre lo que hacen y la comunidad (incapacidad de mirar a la comunidad y de relacionarse con ella).

  2. Deficiente: a la comunidad se le ve como incapaz, minusválida, débil o enferma. Enfoque en las carencias por lo que se generan relaciones paternalistas y/o clientelistas. Se ve la comunidad como ente frágil, presa de peligros e incapaz de superar situaciones sin ayuda externa.

  3. Puro: se entiende que la comunidad se contamina por la acción de los agentes externos. Todo lo que proviene de la comunidad es perfecto, intocable e inmutable. Por tanto, la comunidad no es capaz de reflexionar y actuar sobre nuevas ideas.

Estos tres enfoques constituyen tres retos en sí mismos. Y pueden permear en los acercamientos que hacemos. Por eso, tenemos que estar conscientes y precavidos al respecto.


¿Cómo lidiar con estos retos?

La experiencia y el conocimiento desarrollado durante todos los años de formación y de intervención en comunidad me han confirmado que, como dice Maritza Montero en su libro Introducción a la Psicología Comunitaria:

“Para muchos investigadores nóveles suele ser un descubrimiento sorprendente, y a veces un aprendizaje duro de aceptar, el que las comunidades tengan su propio tiempo, su ritmo, su lenguaje, sus flujos y reflujos de acción y de pasividad; que las cosas no sucedan cuando los agentes externos las planifican, sino cuando la comunidad considera y siente que debe, quiere y puede hacerlas. Que el tiempo de latencia, el tiempo de preparación y el de actuar respondan a condiciones internas de la comunidad, intrínsecas a la comunidad y a la manera que ella tiene de asimilar los factores externos. Para usar una metáfora, la comunidad se expande y se contrae y también reposa y parece no oír ni ver, viendo y oyendo”.

El trabajo comunitario es como una montaña rusa. Tiene sus altas, sus bajas, sus intensidades, sus diferentes frecuencias. También tiene sus frustraciones, retos y “caídas de golpe”.


No obstante, de nosotros depende disfrutarnos el viaje.


Para vencer retos en el trabajo comunitario, existen estas oportunidades:

  1. Facilitar las condiciones que lleven o fortalezcan el empowerment comunitario.

  2. Impulsar acciones que construyan conscientemente la confianza, la responsabilidad y la transparencia con la comunidad.

  3. Reconocer la sabiduría y la comunidad como el “centro de mando”. La comunidad ha estado allí desde siempre y nadie mejor que ella para conocer sus necesidades y las posibles maneras de atenderlas.

  4. Cuestionar, preguntar y problematizar junto a la comunidad las situaciones sociales que están viviendo.

  5. Contextualizar. Todo fenómeno social pasa en un tiempo histórico, social, económico y político específico y tiene implicaciones en cómo vivimos y experimentamos «la realidad».

  6. Comprometerte. Estoy convencida de que en la medida en que tú te comprometes, las personas van a comprometerse si de verdad tienen interés.

  7. No apresurarte. Como todo proceso social, se requiere tiempo para ver los resultados y los cambios.

Todo esto parece sencillo y lógico. Pero, ojo por que es más fácil escribirlo que hacerlo.


Culmino diciéndote que, así como tiene sus retos, el trabajo comunitario también tiene sus recompensas y enormes satisfacciones. Muchos de nosotros lo hacemos porque “nos nace”, porque nos gusta o porque lo estudiamos o por una combinación de todas. Sea cual sea la razón, lo cierto es que la autenticidad al hacer trabajo comunitario se lleva en la sangre y no puede disimularse.


Y lo más increíble es que las personas de la comunidad lo saben, “lo detectan” y pueden reconocer cuando hacemos algo realmente de manera genuina y transmitiendo el sentimiento de “me importas”.


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