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Foto del escritorYesenia Delgado-Castillo

Universidad y comunidad: junte en la práctica

“Me involucré en el problema de la pobreza, por primera vez, como profesor universitario, y luego personalmente, casi por accidente. Me involucré porque la pobreza me rodeaba por completo en Bangladesh. Especialmente la hambruna de 1974 me empujó fuera del campus universitario y me forzó a convertirme en activista social, sin dejar de ser profesor”. Así comienza el libro “Empresas para Todos” de Muhamnmad Yunus, fundador del banco de los pobres y Premio Nobel de la Paz. Estoy segura que a quiénes hemos tenido el privilegio de enseñar nos toca de alguna manera esta historia. Y es que cuando se enseña es imposible que trabajemos solo con los libros pues no hay una sola materia que no podamos combinar con la práctica. Para mí, integrar la universidad y la comunidad es «básico».


Aparte, es meramente imposible transmitir y hacer que los estudiantes «transiten el camino» y se «vivan» el conocimiento si nosotros no lo hemos experimentado antes. Y cuando hablamos de universidad y comunidad de eso es que se trata: de integrar recursos, saberes, conocimientos y de aprender uno del otro. Integrar la universidad y la comunidad debería ser la norma y no la excepción. Lo principal está en garantizar que sea un beneficio mutuo y que ambas partes «ganen» en el proceso.


Este artículo resume algunas lecciones valiosas a la hora de integrar estudiantes a la comunidad. Ojo: cuando menciono comunidad no me refiero, necesariamente, a una zona geográfica. Cuando tuve la oportunidad de ofrecer clases, mis estudiantes pudieron interactuar con diversas poblaciones incluyendo mujeres en un albergue para sobrevivientes de violencia doméstica y personas privadas de la libertad. Todas estas experiencias luego nos permitieron trabajar como colegas implementando el proyecto Misión Libertad.


Para integrar universidad y comunidad es necesario:

1. Estudiar casos locales

Muchas veces, los casos de estudio que se presentan y discuten en el salón de clases son de otros países. En otras palabras, son problemáticas lejanas a la comunidad y el país donde vivimos. Y si llegan a ser parecidas los recursos que se utilizan para superar dicha problemática pertenecen a otra comunidad y a otra cultura. Y si bien es cierto que pueden servir de base cuando no hay antecedentes de la comunidad misma donde se vive, debemos empeñarnos en recoger nuestras propias experiencias comunitarias.


Es crucial que esas situaciones se analicen con pensamiento crítico y que los estudiantes tengan la oportunidad de reflexionar, de cuestionar, de preguntar. De hecho, mientras más temprano en el curso se comience a hablar de estas experiencias, mejor. Así se va sembrando la semilla de lo importante que es integrar la universidad y la comunidad y el rol que pueden tener los estudiantes como agentes de cambio en ambos escenarios.


2. Hacer del salón de clases un centro de debate donde se integre la universidad y la comunidad en la búsqueda de soluciones

Cuando el estudiante cree firmemente que puede colaborar para ayudar a su comunidad puede involucrarse de manera abierta y sin protagonismos. Hay que escuchar sobre las problemáticas que viven los estudiantes en sus comunidades. De hecho, estas problemáticas no están lejanas de lo que vive la mayoría de la población.


Y también hay que prestar atención a los posibles abordajes que sugieren. Esta es una manera práctica de incentivar la participación social creando un sentimiento de pertenencia hacia la comunidad. Esa conexión emocional es lo que alienta la energía de los estudiantes para ser parte de la solución y no de la queja y del discurso del «ay, bendito». Nuevamente, que el estudiante tenga una participación práctica, recurrente, consistente y «consciente» es clave si queremos que la integración entre universidad y comunidad sea una duradera.


3. Desarrollar una cultura sólida de transformación social

La filantropía tradicional (becas de estudio, tratamientos médicos, entrega de comidas y juguetes) se caracteriza por dar soluciones a situaciones de urgencia y específicas, pero no persiguen cambios estructurales en la comunidad. Para que existan cambios estructurales sociales hay que trabajar con las causas. Y no es que con un curso vayamos a resolver todo lo que aqueja a la sociedad. No obstante, el que las comunidades sean escenarios de acción brinda a los estudiantes esa perspectiva, ese sentimiento de humanidad y ese cuestionamiento crítico que, tal vez, no encuentren en las teorías.


Sin embargo, es importante que la comunidad no perciba a los estudiantes como aves de paso. Muchas veces pasa que los estudiantes hacen sus práctica o internados, obtienen su nota y se van al terminar el semestre y la comunidad no vuelve a saber de ellos. Esto no es ético y no es justo ni para la formación del estudiante ni para la comunidad. La universidad debe buscar maneras de hacer intervenciones duraderas y efectivas. Y, en el caso de que no se pueda, dejarle saber desde el inicio a la comunidad la intención de la práctica y la fecha de culminación para no crear falsas expectativas. Además, es ideal que se haga una devolución de los resultados a la comunidad y que se le informe e invite si se fuera a presentar la experiencia en alguna conferencia o congreso.


Para concluir,

Por un lado, para que los estudiantes puedan integrarse a sus propias comunidades solo tienen que salir a la calle y observar las múltiples realidades que se viven. Podemos enseñar elegantes teorías económicas, psicológicas, gerenciales, de derecho, de salud, pero si no se produce o provoca ningún efecto en la realidad social nos quedamos cortos. Aunque sea sembrar la semilla del cuestionamiento crítico en el estudiantado.


Los vacíos de conceptos que se dan en el salón solo pueden llenarse con prácticas reales en el mundo real. Por eso, es necesaria la integración entre universidad y comunidad. Pero ojo que uno de los retos principales puede ser el enfoque con el que nos acercamos a la comunidad.

Las estrategias para lograr que el profesorado pueda integrar a los estudiantes en la acción y en el cuestionamiento crítico-social son muchas.


Sin embargo, conocer la historia y las luchas de las comunidades locales, leer el periódico regularmente, leer revistas/ «journals» de temas sociales y conocer casos de éxito en el mundo es crucial. Igualmente, mantenerse a la vanguardia en su disciplina y en su preparación docente así como la apertura de mente a otras perspectivas y otros campos son claves para encontrar maneras creativas de hacerlo.


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